

A rino le encanta hacer castillos...Cuando no se come la arena.

Un niño pasó corriendo y pataleó su castillo, ¡qué berrinche! rino no paraba de llorar y ya no quería seguir jugando.

Después de llorar, llorar y llorar, volvió a tener ganas de jugar y no sé por qué pero estuvo un buen rato entretenido el solito mientras yo nadaba un poco.